jueves, 22 de septiembre de 2011

Columna de María Jimna Pereyra: Regresando a la normalidad


Luego de una semana de vacaciones, hay que ver como cuesta retomar la rutina. Se me cambió el horario biológico sin ningún esfuerzo. Durante una semana me desperté a las 6 AM como si nada, desayuné rodeada de palmeras y a las 9 de la mañana ya me encontraba con mi libro sentada frente al mar; igualito a la canción de los Iracundos, pero un poquito más lejos de Puerto Montt.
Los días eran lentos y mi quehacer, muy pausado. No era fácil el acceso a internet como se habrán dado cuenta y la verdad solo hice esfuerzos un día para un contacto en directo vía skype en mi programa Conecta2.
Me caminé el pueblo en el que estaba varias veces al día durante todos los días. Me di el placer de tomarme un jugo diario de diferentes frutas y hasta arrendé un buggy para recorrer más playas.
Es raro estar de turista en un lugar donde la mayoría de los turistas eran argentinos. Los veía pasar con su mate a todas horas, mientras me arrepentía no haber llevado el mío. Y son raras las conversas que se entablan entre turistas también. Todos saludándonos cordialmente e iniciando una y otra vez la misma conversación con cada uno que fuera apareciendo. ¿Cuándo llegaste? ¿Hasta cuándo te quedas? ¿De dónde sos? Ahhhh!!! Eres de La Plata y ¿vives en Chile?
Una y otra vez las mismas preguntas, día tras día. Igual a la película “El día de la marmota”, pero esta vez rodeada de palmeras.
Y en tan poco tiempo también se crean pequeños vínculos con personas que lo más seguro, jamás volveremos a ver.
La hippie ya cincuentona (pero con complejo de 30) que me ofrecía los mismos aros de plumas por siete días a orillas de la playa, el señor que vendía coco y cada vez que pasaba a su lado sonreía diciendo “hoy va a llevar”, Neil, el recepcionista del hotel, con  su gran sonrisa que cada tarde al llegar de regreso cansada de tanto relajo (aunque suene incoherente) sacaba una botella debajo del mesón y me ofrecía una mágica cachaza artesanal, tomándome el  pelo porque yo insistía en que era cero alcohol (sin contar la cerveza claro).  Imagino como será esa vida, rodeados de gente que nunca se queda. Que les cuentan un pedacito de su vida y luego desaparecen.
Santiago me esperaba con calor y mis niños (perros y gatos) más juguetones que nunca.
Mañana comienza la promoción en la radio del tema que grabé “La Quintralada”, lo que significa que tendré que visitar un promedio de 3 radios al día, sin dejar de mencionar ir a Conecta2 a la una y Calle 7 a las 5, es decir, todo vuelve a su curso normal. A los días apurados, tratando de buscar un ratito para almorzar, para el gimnasio y para el futbol.
Mis vacaciones ya son pasado, solo quedan la imágenes en mi memoria de ese pueblito de pescadores alejado de la civilización, donde mi tiempo no dependía del reloj.
Y agradezco estar de regreso en mi mundo lleno de cosas, me gusta lo que hago, aunque me queje de la falta de tiempo o del teléfono que no para de sonar.
Mañana comienza una etapa entretenida de promoción y espero que mis pilas cargadas sirvan para que todo salga estupendo